Denian volvió a la posada tras que el consejo aprobara
su idea. Fue acompañado por la única mujer de la sala que
efectivamente era la abuela de Marie, Maud.
Cuando entraron los trabajadores se habían apoderado de
aquello, había decenas de personas cantando y bebiendo al son del
violinista que tocaba sobre el burdo escenario desafinando cada dos
por tres.
Marie sonreía y tocaba las palmas al compás mientas
que de vez en cuando paraba para servir alguna que otra jarra y
Hannah estaba sentada al lado de la barra, sola y jugando con el
collar de Denian.
Maud se dirigió hacia su habitación que estaba en el
sótano sin decir nada y el chico se sentó al lado de la joven
rubia.
La posadera se acercó rápidamente a él meneando sus
espléndidas posaderas y clavó sus ojos en los de él.
-Eh, te he guardado un poco de la cena -dijo mientras
rebuscaba bajo la barra.
Sacó un pequeño bulto envuelto en un pañuelo y
comenzó a desanudarlo hasta dejar al descubierto un mendrugo de pan,
tres salchicas ahumadas y dos manzanas.
-La sopa se acabó muy rápido -dijo excusándose.
-No pasa nada -sonrió.
Marie se alejó, la habían llamado para pedirle más
cerveza y entonces Hannah se giró hacia el chico.
-¿Qué tal ha ido? -preguntó.
Denian le dedicó una pequeña sonrisa y puso su mano
sobre la de ella que reposaba en la barra.
Ninguno de los dos la retiró, él acarició las suaves
manos de ella y ella las ásperas y curtidas por las armas de él.
-¿Has cenado? -le preguntó el chico.
Ella negó y después bajó la vista.
-No tenía hambre... -dijo con un hilo de voz.
El chico esperó a que ella volviese a alzar su rostro y
clavó sus ojos en los de ella intentando transmitir confianza.
-Tienes que comer -pidió-. Aunque sea la manzana.
La chica asintió y la cogió con cuidado. Le dio
algunos suaves mordiscos bajo la atenta mirada del chico y después
este comenzó a comerse lo suyo.
Al cabo de un rato Hannah se sintió demasiado cansada y
subió hasta su habitación, Denian la acompañó y allí se
despidieron.
El chico volvió a bajar y ahora el alcohol también
corrió para él.
Pidió una jarra tras otra y fue pagándolas con el poco
dinero que había llevado consigo, aunque a veces la chica lo
invitaba a alguna.
La música acabó, el violinista pasó a por su dinero y
se despidió de la chica.
-Adiós, guapa -dijo.
Después de aquello le dedicó una mirada a partes
feroz, a partes celosa, al chico, casi diciendo 'esta fémina es
mía', aunque pareció acobardarse al contemplar las armas del chico
y una de las cicatrices que tenía cerca del cuello y se podía ver
levemente a pesar de su camisa.
Cuando el chico se fue la gente empezó a apagarse y
poco a poco fueron yéndose todos hasta dejar a la posadera y al
ex-caballero solos en aquella salita.
Marie se sentó junto a Denian mientras este se acababa
su jarra de cerveza y colocó una mano sobre su rodilla.
-¿Me ayudarías a recoger? -pidió con una pícara
sonrisa y una chispa maliciosa en sus ojos.
Denian asintió levemente y se apuró su cerveza,
después ambos comenzaron a recoger las jarras que había por las
mesas y a meter los taburetes bajo estas.
Dejaron las jarras una a una bajo la barra en una cesta
donde la chica guardaba todas las sucias y después ella le indicó
que se sentase.
-Por ayudarme te voy a dar un poco de mi recompensa al
final del día.
La chica trasteó entre los estantes que tenía tras
ellas, llenos de botellas de vino, aguamiel, whisky y al final sacó
una transparente que estaba llena de un líquido grisáceo.
-No sé ni como se llama, pero está riquísimo
-sonrió-. Se lo compré a un mercader que vino hace un par de meses.
La botella estaba aún por la mitad, así que realmente
la tomaba en muy pocas ocasiones.
Marie sacó dos pequeños vasos de madera poco más
grandes que un dedal de un pequeño armarito que tenía a su derecha.
Llenó los dos dedales y después miró al chico.
-¿A la vez? -preguntó.
Ninguno de los dos dijo nada más, Marie se sentó a su
lado y ambos se bebieron aquella sustancia mirándose a los ojos.
Repitieron aquello dos veces más, y en cada una de
ellas la posadera se acercaba un poco más a Denian hasta que al fin
ella se lanzó y le dio un suave beso en el cuello, que precedió a
otro, y a otro, y a un mordisquito en el lóbulo de la oreja que
acabó con ambos besándose apoyados en aquella barra.
El beso subió su intensidad y la chica acabó sentando
sobre Denian, el uno frente al otro con sus piernas rodeándole y sus
pechos apretados contra el torso del chico mientras se besaban.
Denian acariciaba su espalda y ella el pelo de él.
-Vamos... -musitó la chica separando sus labios.
Sus miradas se entendieron y él se puso en pie aún con
ella enganchada como si fuese un bebé a él. Marie apoyó su cabeza
sobre el cuello del chico mientras este subía las escaleras con ella
en brazos.
Entraron en la habitación del pelirrojo y este la dejó
con cuidado sobre la cama, después siguieron besándose ahí.
El chico le quitó sus vestido a Marie dejándola
totalmente desnuda a excepción de unas enaguas que le quitó
vorazmente.
Ella hizo lo propio, quitándole la camisa y dejando al
descubierto su definido torso que acarició y besó.
La habitación estaba oscura a excepción de la luz de
luna que entraba por la ventana que reflejaba a ambos e iluminaba sus
ojos como un chispazo enaltecedor.
Al final ambos acabaron desnudos y retozaron toda la
noche juntos entre las sábanas, como dos amantes locos de atar.
La noche fue desapareciendo y ambos se quedaron
dormidos, ella con su cabeza sobre su pecho y él rodeándola con su
brazo, como si aquello fuese una escena propia de un cuento de hadas
para adultos.
El sol comenzó a entrar, pero no fue eso lo que los
despertó.
La posada no abría hasta las cuatro de la tarde, cuando
los jornaleros irían a trabajar, así que cuando pegaron una hora
después del amanecer era obvio que era para Denian, aunque los dos
se despertaron.
Marie se tapó completamente dejando solo su cabeza al
descubierto y Denian tan solo se puso el pantalón antes de abrir la
puerta.
Un chico joven, de unos quince o dieciséis años
vestido con un tabardo azul que parecía ser nuevo aunque algo lleno
de polvo por el tiempo estaba ahí y lo miraba con curiosidad.
-¿Qué quieres? -preguntó el pelirrojo restregándose
los ojos.
El chico lo miró de arriba a abajo y después echó una
pícara sonrisa a Marie que se escondía casi totalmente para evitar
que el chico la viese y que Denian se topase con su rubor.
-Jones requiere tu...su atención. Los hombres llevan
dos horas trabajando, desde antes del amanecer.
Denian asintió y cerró la puerta sin despedirse,
después se dirigió a la chica.
-Volveré esta noche -dijo antes de darle un suave beso
en los labios.
Ella sonrió y asintió, después miró como él se
vestía.
La noche anterior había notado las marcas en su espalda
mientras lo acariciaba, pero ahora que podía verlas con total
claridad con la luz de el sol sintió un cóctel en su interior, no
sabía si describirlo como rabia, ira, odio, pena, tristeza... Acabó
decantándose con que no había palabra para ello.
Denian terminó de vestirse con la ropa del día
anterior y después se colocó su cinturón con sus armas.
Miró una última vez a Marie, a la espera de que esta
dijese algo, y así lo hizo.
-Tengo una duda, ¿por qué viajas con esa chica? -le
preguntó-. No sois hermanos, y tampoco novios, si no no habríamos
hecho esto.
El chico sonrió y se acercó a ella, mordió con
suavidad su oreja y después le acarició el pelo.
-Tengo una deuda con su padre y esta es mi forma de
saldarla.
Denian dejó atrás la posada y observó la muralla que
estaban levantando alrededor del pueblo.
Jones había ordenado que toda la madera del aserradero
se destinase a aquello y que de ahí en adelante este estuviese en
pleno funcionamiento.
Tenían madera suficiente para levantar la mitad del
muro, aunque por el momento solo llevaban los cimientos hacían una
circunferencia perfecta alrededor de aquel conjunto de casas.
Si seguían a aquel ritmo y no se quedaban sin madera
podrían acabar aquello para el amanecer.
Jones se acercó al chico y le sonrió, llevaba una
bolsa en la mano que manejaba con sumo cuidado.
-Aquí tienes lo que me pediste -dijo entregándosela.
Denian asintió y se la enganchó al cinturón, era
pequeña. Poco más grande que dos puños.
-Gracias -dijo el chico.
Jones sonrió y le señaló a los hombres, había más
de doscientos niños, adolescentes, adultos y ancianos ayudando con
aquello mientras que uno de los tipos que ropas caras que había
conocido la noche anterior daba órdenes de aquí para allá.
-Construyen lo más rápido que pueden, pero mi
explorador nos ha informado de que el enemigo se aproxima, y además
con refuerzo. Unos cien hombres llegaron anoche a su campamento.
Tardarían como mínimo un día más en organizarse y
ocho horas para llegar hasta la villa, y el chico lo manifestó así.
Jones suspiró aliviado y le pidió que le siguiera. Era
lento y resoplaba, estaba mayor. A pesar de su impresión inicial en
la que lo había creído más joven ahora el chico calculaba que
aquel guerrero podría tener unos sesenta años y por sus manos había
empuñado un arma en combate.
Se pararon frente a una herreria en la que al parecer
también curtían cuero y un hombre que aprentaba noventa años y
estaba totalmente calvo y rechoncho salió a recibirles sin necesidad
de que pegaran en la puerta.
Los saludó efusivamente y les pidió que entraran en la
tienda.
Dentro olía a cuero, productos químicos, fuego y
hierro recién forjado.
El hombre trasteó en la trastienda mientras Jones
miraba con una sonrisa pícara a Denian hasta que el...¿herrero?
Volvió a salir de nuevo con algo en forma de espada envuelto en lino
y un trozo de cuero bajo el brazo.
Dejó el objeto sobre una mesita auxiliar y este hizo un
sonido metálico, después le mostró a Denian una bonita armadura de
cuero acompañada de media docena de correas que servían para que
esta se adaptase a su cuerpo.
Las piezas eran de un cuero rojizo que parecía de muy
buena calidad y Denian las observó asombrado de que algo tan bonito
se pudiese hacer en un pueblucho como aquel.
El pantalón tenía cuatro fundas para cuchillos, la
pechera tenía otras dos bajo los brazos y una vaina en la espalda
con bonitos grabados y dibujos florales.
-Esto fue de mi hijo -dijo el curtidor que se llamaba
Jonathan-, y ahora quiero que sea tuyo -se lo entregó y después fue
hasta el objeto envuelto-. Y esto también. Puede que nos salves, y
si no lo haces tampoco servirá de mucho ya que todos estaremos
muertos y yo no podré darle uso a esto, ni tu tampoco -mostró una
sonrisa irónica y mellada y Denian supo que aquello no iba a malas.
El chico cogió ambas cosas y dejó la prenda sobre una
mesita mientras desenvolvía la espada.
Parecía nueva aunque la única y muy fina mella que
tenía la hoja denotaba que había sido usada en batalla.
El pomo de acero tenía un ciervo grabado y la
empuñadura estaba forrada del mismo cuero rojizo. El arma era
liviana y tan cortante que casi podía verse como rasgaba el aire a
su paso.
-Gracias...-musitó el chico.
Era la primera vez que le regalaban algo material que no
fuesen utensilios necesarios para la orden.
Jonathan le indicó donde podía pasar a cambiarse y así
lo hizo.
Cuando salió llevaba aquella armadura que le quedaba
como un guante, la espada en la vaina de su espalda que encajaba a la
perfección y se ciñó unos guantes de cuero que Jones le había
regalado con antelación.
Se dejó sus botas, por gusto y porque con aquella
armadura no había ningunas y volvió a darle las gracias al anciano.
-Bueno, tenemos que irnos -anunció Jones-. Gracias,
papá.
Jones esbozó una sonrisa y salió de allí, aquella
hermadura había pertenecido a él por lo que pudo deducir después
de aquel furtivo 'papá.'
La muralla había avanzado, era como medio hombre de
alta en la mitad del recorrido pero la pila de madera seguía
disminuyendo y subiendo más lentamente de lo que se gastaba.
Denian supervisó aquello durante toda la tarde, ni
siquiera se paró a comer como tampoco lo hicieron aquellos hombres y
cuando se hizo la tarde llamó a todos los que vestían el uniforme
de la guardia.
Jones ayudó y pronto tenían a toda la guarnición ante
ellos.
Setenta y ocho soldados. Diez de ellos con menos de
quince años.
La guerra se acabaría cobrando sus vidas, ese fue el
primer pensamiento de Denian antes de tener que zarandear la cabeza y
volver a la realidad.
-¡Vuestro enemigo no son simples bandidos! -anunció
mirando firmemente a todos y haciendo sonar los cuchillos que llevaba
en las piernas y bajo las brazos al andar-. ¡Son soldados entrenados
por uno de los imperios más feroces del mundo! ¡Su oficio es matar
mientras que vosotros os dedicáis a dar paseos con un cuchillito en
la cintura y ayudar a vuestras madres en el huerto cuando no hay nada
que hacer!
Algunos metros más allá Hannah contemplaba aquello
desde la ventana de su habitación con fascinación y miedo a partes
iguales. La repentina firmeza de Denian la impresionaba, pero aunque
no oía al chico parecía estar tratando con dureza a aquellos
soldados.
Denian siguió con su discurso.
-¿¡Estáis dispuestos a morir por vuestras familias!?
-exclamó.
Aquello habría sido algo más apropiado para Jones,
pero él los habría tratado bien y el cometido del chico era
enfurecerlos, quería que soltasen toda esa ira en el campo de
batalla.
El chico se dirigió a Jones y puso una mano sobre su
hombro.
-Quiero a todos los hombres con más de diecisiete años
que no estén trabajando en la muralla aquí, armados con cuchillos,
azadas, hoces... lo que sea -lo miró a los ojos-. Los del muro
también tendrán que luchar llegado el momento.
Jones corrió por la villa a voz en grito mientras que
Denian miraba a los hombres que tenía frente a él y los enseñaba a
empuñar un arma sin clavársela ellos mismos.
Al cabo de una hora el oficial volvió con unas cien
personas, entre ellas algunas mujeres y miró a Denian.
-Ojalá baste con esto -musitó.
La instrucción siguió hasta bien entrada la noche.
Empezó diciéndoles a los miembros de la guarnición que enseñasen
a los nuevos a empuñar los utensilios que llevaban y después,
cuando todos supieron agarrar bien un cuchillo o una azada, les
enseñó a formar y marchar.
Parecían monos armados peleándose por unos plátanos
pero al cabo de unas largas horas consiguió hacerlos seguir una
disciplina mínima.
Mandó a todos a descansar y observó la muralla, los
hombres seguían trabajando y tanto el frontal como el flanco derecho
tenía la altura de dos hombres, el derecho de uno y la parte trasera
estaba a medio construir.
Denian fue hasta la posada y saludó al vacío ya que
Marie no estaba ahí, la posada estaba vacía y oscura a excepción
de la chimenea que calentaba la estancia. En aquella zona del mundo
hacía frío. Después subió a su habitación pero antes comprobó
que Hannah estuviese durmiendo pegando la oreja a la puerta.
Silencio.
El pelirrojo se internó en su habitación abrió la
bolsita, sacó los ingredientes y los dejó sobre la cama.
Él aquella noche no podría descansar, ni tampoco
retozar con Marie. Quizás debería haberle dicho aquella mañana que
esa noche estaría ocupado.
Denian comenzó a trabajar.
Para los que os incorporéis ahora, recuerdo:
Ésta novela la comencé con motivo del NaNoWrimo y cuando llevaba unas
20.000 palabras la dejé ahí, en la estacada. No he vuelto a tocarla
desde entonces, pero era y es una novela que uso para evadirme y
escribir al boleo, con incongruencias incluso y seguiré haciéndolo
apartir de ahora hasta terminarla y subiré una parte semanal, los
jueves, hasta que me quede sin capítulos escritos o la acabe. También la
subiré a Wattpad para los que prefiráis esa plataforma que tengo
abandonada y cuando la termine definitivamente subiré un PDF con la
novela completa al blog.
Disfrutadla sin buscarle mucho sentido, que es lo que hay que hacer con ella.
Añado:
Mi forma de escribir ha cambiado muchísimo, hace casi un año y además esta novela fue escrita sin cuidado, sin pulir, sin darle el cariño que merecía y espero algún día poder reescribir todo esto y darle el mimo que merece.
Aún queda mucho para que lleguemos a lo que escribí hace dos semanas, pero estoy deseando que lo veáis.
PD: Espero poder traeros pronto algo en lo que estoy trabajando y que trato como a mi hijo predilecto, a ver si hay suerte y no pierdo la inspiración que tanto he esperado para retomarlo.
Añado:
Mi forma de escribir ha cambiado muchísimo, hace casi un año y además esta novela fue escrita sin cuidado, sin pulir, sin darle el cariño que merecía y espero algún día poder reescribir todo esto y darle el mimo que merece.
Aún queda mucho para que lleguemos a lo que escribí hace dos semanas, pero estoy deseando que lo veáis.
PD: Espero poder traeros pronto algo en lo que estoy trabajando y que trato como a mi hijo predilecto, a ver si hay suerte y no pierdo la inspiración que tanto he esperado para retomarlo.
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