miércoles, 9 de marzo de 2016

Un día bukowskiano.

El sol comenzaba a caer cuando él abandonó la tranquilidad de su casa.
Salió de allí sin saber muy bien cuál sería su destino, sin saber si volvería a contemplarla cuando el sol cayese, cuando los neones se iluminasen y las estrellas muriesen. Aquel no era un día más.
Él deseaba que al girarse entre la multitud fuese su sonrisa con la que se topase, fuese su elegancia al caminar, las curvas de su cuerpo o el centellear de su mirada. Pero no fue así.
Quizás aquel fuese un día más (aunque no lo era), quizás aquel fuese el último día en que los pájaros cantasen, las sonrisas volasen y la felicidad sobrase.
Habría que disfrutarlo.

Efímero.


''Ninguna buena historia comienza con: estaba yo comiéndome una ensalada cuando...''    -Bukowski.

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