miércoles, 5 de agosto de 2015

Dying Breed. En extinción.

Los recuerdos están en extinción, caen en el olvido como si no fuesen más que un instante vano que olvidar gracias al alcohol, pero no, no es así. 
Ahora necesitamos, necesito, esos malditos recuerdos. Necesito pensar en ti mientras me quito esta soga que yo mismo me he puesto al cuello y mi alma grita de dolor por cada instante a tu lado, por cada segundo y por cada sonrisa.

Ríe, pero ni siquiera todas las baladas de Metallica podrían describir lo que siento por ti y por tu perdida, nada podría hacerlo y ese es el único fallo del idioma, de las palabras, que no pueden transmitir lo que una mirada haría. No pueden transmitir el oscuro dolor que llena un corazón y se refleja en los ojos vacíos de la vaina sin vida que es aquel ser perdido.
Antes de irte decías que jamás lo harías y mírate ahora, lejos de mí y joder, duele, duele como si mil puñales se clavasen en mi pecho y acabasen conmigo más de lo que ya lo hizo tu marcha.
Todo es ahora gris, del más profundo y oscuro gris, excepto la sangre y la muerte misma.
Eras aquello que nunca jamás pensé que perdería, aquello que siempre estaría a mi lado (o eso creía), pero ya da igual, todo da igual.
En mi cuello, por regla, suele ir uno de tus collares haciendo que la soga me dejé la marca de estos y de su cadena, haciendo así que en mi cuerpo haya una marca permanente (aparte de la que ya dejaste en mi alma.)
Alma, esa es la parte de mi cuerpo que casi ni creo tener, esa es la parte que necesito que alguien me devuelva entre poemas y caricias, entre sonrisas y besos.
Maldita sea, necesito que te vayas de mi cabeza de una maldita vez, lo necesito demasiado y no consigo que ocurra...
Ocaso, el ocaso es como tú, precioso pero fugaz, efímero y etéreo, y por eso te amé tanto.

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