Mientras el abismo se oscurece por las almas caídas en él el mundo se pierde poco a poco y con paulatina calma su belleza y su flor.
Pierde cada ápice de humanidad habitable en él, pierde cada etérea muestra de las ideas y venidas de la bella naturaleza del ser humano.
Pierde el poder de las sonrisas y los sentimientos verdaderos.
Pierde cada suspiro que hace exhalar el corazón, y así pues nos pierde a nosotros.
Pierde lo efímero y lo sentido, así desaparece todo lo que el mundo, la humanidad y el ánima nos trae y ofrece.
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