viernes, 9 de octubre de 2015

Poetry.

Se miraron el uno al otro durante un brevísimo instante y después él besó sus suaves y perfectos labios.
Cuando el beso acabó sus ojos volvieron a fundirse en una cálida conexión y ambos se quedaron en blanco por unos segundos. Dejó de mirar a aquel mar de poesía que tenía frente a él, a apenas un par de versos y se aventuró.
Comenzó a besar el cuello de aquel huracán con cuidado, como si fuese a romperse, y sus manos acariciaron la cintura de aquella diosa.
Sus besos bajaron hasta el estómago de ella y sin dejar de acariciarla alzó su camiseta y besó su ombligo con especial mimo. Los besos aumentaron de intensidad y la tela que cubría su torso iba subiéndose al ritmo de las manos de él e iba quedando al descubierto aquella hermosa obra de arte que lo conformaba.
Cuando llegó a la altura de sus pechos se detuvo y a la vez que la llevaba con cuidado hacia la cama le desabrochaba el sujetador dejando al descubierto unos pechos tan perfectos que era una obra de arte. Él se alejó un poco y la observó unos segundos ahí, tumbada y con el torso desnudo sobre las sábanas. Aunque claro está, lo más maravilloso de aquella escena era su sonrisa, suave, delicada y efímera. Miró un poco más hacia arriba y se topó con aquellos bellos ojos azules llenos de la más bella poesía que se hallaban enmarcados entre una espesa melena de un cabello casi tan suave como la seda.
El chico volvió a acercarse y le plantó un suave beso en los labios mientras desabrochaba su pantalón. Acabo el beso él bajó hasta su cintura y dándole pequeños besos en cada centímetro de aquella piel que descubría.
Cuando ya se hubo deshecho del pantalón se acercó al único trozo de tela que quedaba cubriendo su cuerpo, unas braguitas de color coral que empezó a quitarle con la boca lentamente a la vez que sus manos bajaban por su cintura.
Terminó con aquella dulce tarea y se acercó a sus labios volviéndola a besar. Amaba besarla. Mientras sus labios se fundían en un cálido beso la mano de él acariciaba el sexo de ella, un lugar que posiblemente fuese lo más parecido al paraíso que hubiese existido jamás. Él se acercó a su sexo y comenzó a besarlo y a jugar con la lengua haciendo que ella se estremeciese a la vez que gemía con fuerza.
Ella se sentó a horcajadas sobre él y juntos crearon poesía.

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