Otra noche más.

Otra noche más, eso es esto, otra noche más a merced de tu recuerdo, de cada pequeña sonrisa que esbozaste gracias a mí, de que risa que salió de lo más profundo de mi garganta a tu lado o simplemente con tus mensajes de whatsapp, y es que esto no es más que otra noche alejado de ti, otra noche insomne en la que mi corazón sigue a tu lado, resguardándote, aunque esta vez algo deteriorado por el paso del tiempo.
Y es que maldita sea la Musas y maldito sea tu recuerdo que me tiene en un constante desasosiego, uno tan grande y febril que acaba con mi alma cada noche.
Joder, ¿por qué tu recuerdo y tu perfecta sonrisa siguen en mi cuerpo, calando hasta en el tuétano de mis huesos?
Maldita sea, ¡vete! ¡Si no vas a volver a mí, vete! ¡Vete de mi cabeza a no ser que vayas a volver a mi vida! ¿Es que no te das cuenta? Te echo de menos, te echo de menos como echaría de menos las estrellas del cielo si esta misma noche desapareciesen, te echo de menos como echaría de menos mi propia vida si la perdiese. ¿O ya la he perdido?
Puedo que sí, puede que ya haya perdido una parte de mi vida, la parte que se fue contigo, la parte que te resguarda cada noche y que seguirá ahí siempre.
Maldigo el día en que te dejé marchar, ¿cómo coño pude ser tan gilipollas de decirte 'adiós' por teléfono aquella noche de enero? ¿Por qué coño no dije aunque fuese 'adiós, te sigo amando'?
¡Joder! Es que no sabes cuanto echo de menos esas noches interminables hablando contigo, esas malditas sonrisas sin explicación alguna que sólo tú consigues producir en mí.
¡Vuelve, te lo imploro! Te imploro que vuelvas mi pequeña Musa, mi ganso, vuelve o al menos devuélveme mi alma, no te pido más.
Creía que ya no me afectaba tu marcha, pero cada vez que hablo de ti empiezo a llorar como un maldito sentimental, ¡maldita sea! ¡Los escritores no lloran por sus Musas!
Créeme pequeña, ahora eres inmortal. Eres y serás inmortal a pesar de que te has llevado contigo mi mortalidad.
Te sigo amando, joder. Te sigo amando.