domingo, 29 de marzo de 2015

Ven y no temas.

Ven a mí pequeña brisa. Ven a mí.
Temo lo que pueda ocurrir, temo lo que pueda sentir.
Temo todo a mi alrededor, incluso te temo a ti. 
Siento un miedo atroz que jamás podré dejar de lado. He sido herido y sigo estándolo parcialmente, pero aún así corro por el prado sin miedo a pesar de que alguien me pueda cazar y acabe con mi vida. Acabe con ella haciendo que mi corazón se pare y una última exhalación salga de mis pulmones marcando así mi final. 
Corro sin parar sintiendo el viento en mi frente, sintiendo la hierba bajo mis pies y temo, temo la caída pero anhelo la estabilidad, anhelo quedarme sobre la cuerda como hace el funambulista durante si función, ese que no se deja vencer ante el temor de la gran caída que podría acabar con él, ese que siente sus manos sudar cuando está a varias decenas de metros del suelo sin ninguna otra seguridad que su propia habilidad. 
Temo caer. Temo perder. 
Aún con todo este temor sigo aquí, si viviese cohibido por el gran y profundo miedo y terror que nos rodea a todos nosotros no tendríamos vida, no tendríamos razones para seguir aquí.

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