sábado, 28 de marzo de 2015

Suave.

Acaríciame con la suavidad con la que acariciaste mi piel aquella mañana cuando el sol se colaba entre tus cortinas.
Acaríciame con la suavidad con la que acariciaste mis mejillas tras nuestro primer beso.
Acaríciame con la misma suavidad con la que me mecieron tus ojos cuando te encontré.
Sólo quiero que me acaricies con tus palabras, que me digas todas esas cosas bonitas con las que a veces sueños y que estas me arropen cada noche.
Sólo quiero oírte decir que me necesitas, que tu sonrisa es gracias a mí.
Suena egoísta, pero es lo que quiero.
Son las palabras que me acariciarían cada noche mientras observo las grietas de mi techo con curiosidad, mientras las analizo hasta el último detalle y me fijo en su forma de medio círculo imaginándome que es tu sonrisa.
Quizá, sólo quizá, la brisa me mezca esta noche y me haga olvidar o vivir recordar con cariño, mimo y nostalgia momentos efímeros que aún he de hallar.

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