martes, 31 de marzo de 2015

Insomne.

Vuelvo a estar despierto, ahora, tan tarde.
Los recuerdos y la locura que hay entre mis dedos no me dejan dormir.
Voy a proponerme un reto, escribir esto con los ojos cerrados como estoy haciendo ahora mismo.
Para más diversión a veces los abro para asegurarme de no cometer ninguna errata, como si eso importara.
Necesito una buena dosis de café... Iré a por ella en un rato.
No consigo pegar ojo, ¿insomnio? No lo sé. Llevo tres días durmiéndome a las tantas, casi cuando sale el sol, como si temiese dormirme y desaparecer en la oscuridad...
Quizá es que tu pensamiento me cause insomnio, me cause aquello que impide a la gente dormir de noche, aquello que la hace cerrar los ojos y rebanarse los sesos mientras hunde la cara en la almohada deseando desaparecer.
No sé. Hay tantas opciones...
Pensaba no escribir ahora nada de este tipo, simplemente ponerme con las novelas, pero supongo que necesito volver un momento al páramo de las musas antes de hacerlo, necesito reencontrar a mi pequeña musa mientras hago esto, escribirle.
Es gracioso, hacia bastante que no estaba tan tarde frente una pantalla led que hacia que me doliesen los ojos como hoy, es graciosa la ironía de la que me he dado cuenta hoy, esa relacionada con fechas... Irónico y gracioso. Pienso en como el destino es un gran bromista, un bromista lleno de odio hacia mí o algo por el estilo, pero la verdad es que debe divertirse. Yo lo haría.
Suena cruel, pero lo haría, me divertiría jugando así con la mente de alguien. ¿Cuántas probabilidades había de esa coincidencia? Pocas, muy pocas, pero esa casualidad quizás sea algo bonito y curioso que contar, gracias.
No tomes en cuenta nada de esto, simplemente desvarío por culpa del cansancio, desvarío y digo tonterías, de hecho, hay palabras que he tenido que reescribir en más de una ocasión porque no conseguía hacerlo bien.
Es curioso como pasa el tiempo, como pasa con lentitud y hace que nosotros envejezcamos imperceptiblemente, como cada día nuestra piel se vuelve un poco más arrugada o menos suave, como anhelamos aquella caricia que aún podemos sentir a veces mientras nos metemos en la ducha, es curioso como mi mente trabaja a una velocidad aún más rápida ahora que un día habitual.
No sé. Es hora de despedirme...

No hay comentarios:

Publicar un comentario