Dos semanas después del
accidente por fin me atreví a hacerlo.
Salí de casa, dispuesta a
todo, me monté en el coche, lo arranqué y aceleré al instante. En
menos de cinco minutos ya me encontraba en la autopista, con el sol
cegándome. Conduje dos horas seguidas por la autopista hasta llegar
a mi destino, el lugar en que mi marido y mi hija habían perdido la
vida. Hacía más de catorce días que esto había ocurrido y aún no
podía creerlo, cuando pensaba en ellos rompía a llorar
desconsoladamente. Aparqué mi coche en un arcén, cercano al lugar
del accidente, bajé de él y esperé pacientemente a que el tráfico
aminorará para poder cruzar. Cuando esto ocurrió crucé rápidamente
la carretera sin parar de correr hasta estar frente al lugar del
accidente. Junto al quitamiedos roto había una corona de flores, la
que mi madre y yo habíamos comprada nada más enterarnos de lo
ocurrido, supuse, nada más verla rompí a llorar. Me senté frente
en el suelo asfaltada mientras miraba a mi alrededor, frente a mí
había un vertiginoso precipicio que parecía no tener fin, seguí
mirando a mi alrededor, a mi espalda y mis laterales había unas
paredes rocosas, de lo que parecía ser una montaña que antes no
estaban, tenían forma de semicírculo y parecían no tener salida,
miré hacía el suelo, seguro que eran alucinaciones. Lo que antes
era asfalto ahora era hierba y tierra, la acaricié levemente...
parecía tan real. Casi sin darme cuenta me puse en pie y me acerqué
a el borde del precipicio, intenté alejarme de él, pero fue inútil,
era como si algo o alguien me lo impidiese. Pase casi veinte minutos
así, mirando hacía abajo, estaba empezando a marearme... Sin darme
cuenta di un paso hacía delante y caí. Grité y me zarandeé
violentamente, aunque no servía de na...
- ¡Tranquila! ¡Sólo es un
sueño Laura! -Dijo mi marido, Josep, zarandeándome suavemente.
Miré a mi alrededor, estaba en
una habitación blanca amueblada con un pequeña tele, dos camas y un
sofá... Era una habitación de hospital.
- ¿Qué ha pasado? -Dije
titubeante.
- Tuviste un accidente y... y
entraste en coma. Llevas así diecisiete días... -Dijo en un susurro
acercándose a mí.
- No... -Dije antes de volver a
la inconsciencia.
Esta vez a mí alrededor sólo
había oscuridad, y sombras de un gris parduzco. Después de lo que
parecieron siglos volví a despertar, en la misma habitación.
- Cielo... No digas nada. -Me
dijo Josep minutos después de verme abrir los ojos- El mismo día de
tú accidente tu hermana María se suicidó... La encontraron cuando
tu madre fue a contarle lo que te había sucedido...
- Pero... ¿por qué?... -Dije
al borde de las lágrimas.
Antes de que Josep volviera a
abrir la boca Morfeo volvió a secuestrarme, para llevarme a el mundo
Onírico.
Este relato es de los que tengo escritos de hace muchísimo tiempo. Mi estilo de escribir y de expresarme ha cambiado con el tiempo pero... ¿Por qué reeditar este relato? Al fin y al cabo es parte de mí.
Un saludo.
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