Caí de bruces y miré a mi alrededor, confuso y perdido, en busca de algo que me indicase hacia dónde ir. Nada. Absolutamente nada, sólo oscuridad y odio a mi alrededor, aquellas dos cosas que parecían estar ligadas a mí últimamente.
Sentí como la oscuridad me abrumaba, pero cuando volví a mirar al cielo una suave luz me iluminaba, lo miré e intenté tocarlo, acariciarlo u abrazarlo, pero no lo conseguí.
Volví a intentarlo, de nuevo sin conseguirlo.
Aquella luz estaba lejos, más allá de mi horizonte, así que no conseguía verlo, dejé de verlo y mi esperanza de abrazarlo desapareció.
Seguí caminando y aquel astro volvió a aparecer, esta vez más cerca, esta vez más grande y poderoso. Corrí hacia él y al fin conseguí aquel abrazo.
Fue un abrazo momentáneo y consolador, un abrazo necesitado y anhelado por años y décadas, fue el abrazo que necesitaba.
Volví a intentarlo, de nuevo sin conseguirlo.
Aquella luz estaba lejos, más allá de mi horizonte, así que no conseguía verlo, dejé de verlo y mi esperanza de abrazarlo desapareció.
Seguí caminando y aquel astro volvió a aparecer, esta vez más cerca, esta vez más grande y poderoso. Corrí hacia él y al fin conseguí aquel abrazo.
Fue un abrazo momentáneo y consolador, un abrazo necesitado y anhelado por años y décadas, fue el abrazo que necesitaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario