viernes, 23 de enero de 2015

Necesidad.

Abro los ojos y miro a mi alrededor. Un bosque iluminado únicamente por la luz de la luna me rodea, me encuentro en un claro totalmente recubierto por césped, puro y limpio, sin ninguna piedra ni elevación del terreno, parece un lugar perfecto.
Un vacío enorme invade mi cuerpo, mi corazón, mi alma, me invade por completo a mí.
Miro a mi alrededor de nuevo, en busca de algo que me sirva de ayuda, de algo que me reconforte y me llené, y ahí está.
Tan solo consigo discernir una pequeña sonrisa en el fondo, entre los árboles, pero puedo reconocerla.
Es una sonrisa que me reconforta hasta el punto de elevarme al séptimo cielo, hasta el punto de hacer que me sienta la persona más afortunada del mundo tan sólo por estar en su presencia.
Es una sonrisa en la que se ven los dientes, se ensanchan los pómulos y algo único en ella, algo que la hace perfecta, el ojo izquierdo de quien la esboza se cierra ligeramente, dándole un toque de felicidad real que pocas veces he visto.
Esa sonrisa no significa otra cosa que mi anhelado deseo, que mi anhelada sensación, algo que sentí tiempo atrás de una forma poderosa, de una forma que me hacia pensar que jamás volvería a estar triste. Pero cuando esa sonrisa se fue por primera vez... Me hizo el ser más infeliz del planeta, aunque ahí estaba, de nuevo, esperándome entre los árboles, esperando mi vuelta, mi llegada a ella.
Podría haber echado a andar hacia a ella, a andar con cuidado y lentitud para no asustarla ya que es como un cervatillo herido, pero el ansía, el deseo, el anhelo me pudieron.
Corro hacia ella, corro como nunca lo he hecho y parece que nunca voy a llegar.
Duele, duele no tener aunque pueda verla, duele que no sentir como esa sonrisa se introduce directamente en mí, dejando todas mis carencias, todos mis vacíos, todos mis problemas en un plano inexistente como antaño hacia.
Sigo corriendo, sigo corriendo durante lo que podrían ser segundos, minutos, horas o incluso días, pero al final caigo de rodillas, caigo derrotado y derrumbado, caigo traicionado por mí mismo.
Alzo la vista hacia el lugar del que provenía mi anhelo y ya no hay nada, tan solo oscuridad y árboles.
Río, río a la vez que lloro, debí haber imaginado que jamás recuperaría aquello que perdí, que jamás este deseo se vería llenado de nuevo por ella.
He perdido tanto por aquello que gané en el pasado que ya no me queda nada, sólo me quedo a mí mismo, sólo me queda aquel recuerdo que ya no significará nada.
Me pongo en pie, miro a mi alrededor y cierro los ojos con fuerza.
Abro los ojos y miro a mi alrededor, sólo veo una habitación de paredes color pastel con una ventana frente a mí, una ventana tapada por cortinas grises, un gris nostálgico y bello. Miro a mi lado en la cama, está vacío, pero puedo verme en el espejo.
Tengo mi pelo castaño y largo revuelto, una mirada de autoreproche y una mueca triste en la cara.

Ha sido todo un sueño, un mal sueño.

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